La procrastinación

Si entramos a la definición, procrastinar es aplazar o postergar algo que debe realizarse, haciendo otras cosas más irrelevantes o agradables. Esto te producirá un placer inmediato, pero cuando ese período momentáneo pase, te sentirás peor por no haber realizado la tarea que realmente necesitabas hacer.

Cuando yo estudiaba bachillerato aplicaba sin cesar este mal hábito, al que en el capítulo anterior he comparado con el diablo, ya que supone la tentación de realizar algo momentáneamente placentero, a costa de no realizar la actividad que realmente debería haber hecho, y sentirme mal a posteriori.

Al principio de curso me perjuraba que estudiaría sistemáticamente cada semana para no llegar el día antes del examen, y tener que realizar tardes maratonianas de lectura y estudio. ¿Creéis que lo conseguí? Cada semana mi mente encontraba algo mejor que hacer, y lo peor es que me autoconvencía con cualquier excusa sin sentido para seguir aplazando el estudio a la semana siguiente. Me decía frases como: «empezaré después de que termine este programa en la tele» o «no hay tanto para estudiar, ya lo haré la semana siguiente»…

¿Te parece familiar? Estoy convencido que te has encontrado en situaciones iguales a lo largo de tu vida. Huye de la procrastinación. Ten muy claras las tareas que tienes que hacer y no te desvíes de ellas. En la época actual las redes sociales, YouTube, correo electrónico y otras páginas webs, son fuente inagotable de distracciones que deberemos evitar.

Ahora que ya sabemos las tres patas de la productividad (flujo, hábito y procrastinación) pasemos a las herramientas para aumentar tu productividad.

EJERCICIO: Durante tu día, identifica aquellas acciones de procrastinación que realizas.

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